miércoles, 21 de mayo de 2008

LA PUERTA ESTRECHA

(Lucas 13:22-30)

22 Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén.
23 Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:
24 Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.
25 Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.
26 Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste.
27 Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad.
28 Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos.
29 Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
30 Y he aquí hay postreros que serán primeros, y primeros que serán postreros.

Este es un texto por demás explícito; no se necesita mucho discernimiento para comprender lo que el Maestro nos quiere decir, sin embargo, pareciera que está en otro idioma, porque hasta gente ya cristiana se va a la perdición.

Si solo se perdieran algunos ignorantes, o quizás un recién salvo, pero resulta que hasta ministros, venden su salvación por un triste plato de lentejas.

¿Qué podemos entender de este substancioso pasaje? El Señor hace una doble comparación: puerta ancha o puerta estrecha; camino espacioso, camino angosto, y no nos está dando a escoger porque la puerta ancha y el camino espacioso, llevan a la perdición; mientras que por el otro lado, el camino angosto y la puerta estrecha, llevan a la vida.

No parece muy difícil la opción, sin embargo, hemos visto dolorosamente, cómo algunos cristianos no han hecho la elección correcta y se han perdido.

¿Por qué entonces alguien puede perderse?
¿No es eso algo verdaderamente incongruente?

Desafortunadamente sucede, por dos causas:
1. El ignorante que no lee el evangelio y si lo lee, no lo obedece, y
2. El cristiano que desatiende su vida espiritual y se va deslizando.

El evangelio tiene 2000 años de existir, pero como se le confunde con religión, son muchos los que menosprecian su eficacia y se escapan por otras puertas.
Usted dígame ¿Quién dijo Yo soy el Camino...? y ¿Yo soy la Puerta?

Juan 10:9 Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.

14:5 Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?

14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

Cada uno de nosotros debe analizar individualmente sus puertas y sus caminos. No podemos jugar con esto, sino que hemos de descubrir en qué momento de la vida cristiana se inicia el descenso a la perdición.

Cuando estábamos en las simplezas el mundo, era prácticamente imposible oír la voz de Jesús; vivíamos engañados por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo (Col 2:8). Íbamos por puerta muy ancha y por camino espacioso, y como no es costumbre investigar nuestras herencias, sin ningún esfuerzo, nos íbamos deslizando.

Pero ahora, que ya tenemos un Salvador y Señor, estamos obligados a no separarnos de esa decisión y a reconocer cuál es la puerta y cuál el camino. No porque ya estemos en Cristo nos consideraremos del otro lado, sino estar vigilantes, para ir santificando toda nuestra manera de vivir.

Es una responsabilidad del cristiano, fijarse en las puertas y fijarse en el camino, porque hoy las falsificaciones de puertas y caminos están por todos lados y engañan aún a los escogidos.

Por eso Proverbios nos advierte que hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte (Pr 16 25). Es preciso examinar por dónde andamos y que tan rectos son nuestros caminos.

Proverbios 4:26-27: 26 Examina la senda de tus pies, Y todos tus caminos sean rectos. 27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; Aparta tu pie del mal.
Hebreos 2:1: Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Y como puede ver, eso no está dicho a incrédulos, sino a usted y a mi, cristianos.

Porque un día tendremos que ir al final del camino y enfrentar al Papá de toda la humanidad, quien va a cerrar la última puerta y a dictar una sentencia
Lucas 13:25: Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.

Apocalípsis 3:8: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.

Eso requiere un estar muy cerca de Jesús; El sabe que tenemos poca fuerza pero pone puerta a quien guarda su palabra y no niega su nombre. Sólo que eso no es para cristianos flojos ni comodones; sino para aquellos que han entendido que la vida cristiana no se mezcla con religiosidad, porque han comprendido bien el compromiso: Si alguno quiere venir en pos de mí -dice Jesús-, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Y todavía es fuerte en el cristianismo actual la resistencia a negarse a si mismo.

La conciencia de ese negarse a si mismo, tiene que ver con la premisa de Pablo cuando dice: los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Y la verdad, vivimos ya muchos cambios, pero eso de crucificar la carne, con pasiones y deseos, para algunos está lejos todavía.

Conclusión: No se olviden; Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

BENDICONES
RAFAEL Y ALEXA

jueves, 1 de mayo de 2008

REFLEXIÓN2

Un Hombre hace un circulo asi mismo y cuida a los que están en él, su esposa, sus hijos. Otros hombres hacen un circulo mayor, para sus hermanos y hermanas. Pero algunos hombres tienen un gran destino, deben hacer alrededor de si, un circulo que incluya muchos, muchos más. Tú debes ser uno de esos hombres. Debes decidir por tí mismo, si crees que tú lo eres también.


RAFAEL Y ALEXA